Ernesto quería conocer en profundidad toda América latina, esto lo lleva a trabajar como enfermero de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) recorriendo parte de la costa marítima de aquel continente.
Transcurría octubre de 1950 Ernesto había sido invitado al casamiento de su amiga Carmen González Aguilar, que se realizaba en Córdoba. En aquella fiesta nace su noviazgo con María del Carmen Ferreyra, hija de una familia rica cordobesa. Entre “Chichina” como le decían y Ernesto comienza un noviazgo casi epistolar. A pesar de la pasión que la relación sentimental suscito entre ellos, la distancia entre Córdoba y Buenos Aires y los sucesivos viajes de Ernesto fueron convirtiendo a este romance en un amor, que solo lo alimentaba la fantasía y la distancia. Seguir leyendo